Durante décadas, el Goalball ha sido el deporte por excelencia para personas ciegas. ¿De qué se trata? ¿Le ha afectado la pandemia? ¿Hay más deportes exclusivos para ciegos?
Desde enero de 2018, Dani Puntero es Coordinador de Animación y Promoción Deportiva en la Delegación Territorial de la ONCE en Madrid. Licenciado en Ciencias Físicas y del Deporte, se encarga de gestionar el ocio de las personas ciegas afiliadas a la ONCE en toda la Comunidad. La pandemia impide que nos juntemos, así que, en lugar de una charla entorno a una taza de café, tenemos una llamada telefónica que transcribir.
Su trayectoria en el ámbito del deporte se remonta tiempo atrás. Empezó como monitor de tiempo libre antes de sacarse la carrera, impartió clases extraescolares en colegios y trabajó en campamentos de diversas asociaciones y fundaciones. La motivación por el goalball, según nos cuenta, le viene por su relación directa con la discapacidad: “yo tenía discapacidad visual, también mi hermano, mis padres o mis tíos”.
Pero, antes, ¿qué es el goalball? Se trata de un deporte de pelota similar al fútbol, que es exclusivo para personas ciegas. Cuenta con tres jugadores por equipo y dos porterías, una a cada extremo de la pista, de 18×9 metros, con líneas en relieve en el suelo. El objetivo es que los jugadores, con los ojos tapados por unas gafas negras y tumbados en el suelo, paren una pelota con cascabeles que alguien les lanza desde el lado contrario con tal de evitar el gol. La pandemia ha afectado a todas las actividades que desde su unidad se organizan. Pese a eso, y como se trata de actividades deportivas reconocidas por el CSD, los goalballeros estuvieron compitiendo el fin de semana del 26 con aforo limitado, mascarillas y pruebas de antígenos previas.
Pero no solo de goalball “vive el ciego”, la ONCE en Madrid también ofrece otros deportes como ajedrez, fútbol, natación o atletismo. Asegura que de tener en su mano cambiar cosas en los deportes de ciegos, también en el goalball, haría los equipos y competiciones más equitativos, siguiendo un modelo de puntos como el del baloncesto en silla de ruedas, que asigna una puntuación máxima que cada equipo puede cumplir, y que va dando menos puntuación a aquellas personas con menos discapacidad.
Actualmente esto no ocurre. Así, en los deportes para ciegos, las personas con mucho resto visual son manifiestamente superiores. “Descubrí en biomecánica que, si estás en un desierto, rodeado de 40 kilómetros de arena, y andas 15 o 20, si no tienes ninguna referencia visual, inconscientemente te moverás en círculo y acabarás volviendo al punto de origen. Si tuvieras una brújula, por ejemplo, no te pasaría” -asevera. Aun así, la tendencia es incluir el deporte de ciegos en federaciones de deportes de gente sin discapacidad, con ciertos baremos para hacer la competición más equitativa.
Por supuesto, el papel de la ONCE es clave en la práctica de deportes para estas personas. Entre otras cosas, porque aporta entrenadores formados en discapacidad, instalaciones accesibles…No obstante, la situación es más igualitaria con respecto a los ciegos que practican deporte fuera, bien por decisión propia, o bien porque la federación no tiene sus deportes. Además, otras federaciones autonómicas, que aúnan todas las discapacidades, sí cuentan con otros deportes, como el remo en la andaluza. La mayor parte del presupuesto que financia estas actividades viene de la ONCE, y este, a su vez, de la venta del cupón. En menor medida del Estado o del Fondo Social Europeo, sin olvidar el trabajo altruista. Algunas federaciones, como FESA, reciben dinero de patrocinadores, como Juan Roig, pero habitualmente lo paga casi todo la ONCE. “Otras actividades, como los campamentos, tienen copago, y el participante paga una parte simbólica”.
El deporte paralímpico español, aun así, y el de ciegos en concreto, según Puntero, está involucionando. Pierde recursos económicos a la vez que otros países (incluso los ricos de África) aumentan las inversiones, construyen instalaciones y profesionalizan su práctica, mientras que en España “nadie vive de él”. Como idea para solucionarlo, propone la instrucción de una selección de goalball de élite. Por supuesto, para su creación es necesario dinero. Dinero para contratar buenos entrenadores, dinero para mantener jugadores goalballeando a tiempo completo y, en definitiva, dinero para, en unos hipotéticos Paralímpicos Españoles de 2032, “tener un equipo de aviones”.