El futuro del comercio de barrio después del COVID

Mientras miles de pequeños comercios cierran en España, algunos mercados tradicionales, como el de Antón Martín, luchan por sobrevivir a base de innovación, comunidad y resistencia.

Adaptarse o desaparecer: el impacto del COVID-19 en el comercio local

 

Las dinámicas comerciales, con el transcurrir de los años, han ido experimentado cambios de toda clase, siendo algunos más drásticos que otros. Lo que está claro es que las demandas del mercado son cambiantes o líquidas; acuñando este último término al sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman en su obra Modernidad Líquida, y que se adaptan de forma natural a cada uno de los contextos que correspondan en el preciso instante, ya sean por cambios tecnológicos, económicos, políticos o sociales.

En época de COVID, la reinvención fue la única esperanza para conseguir reflotar las economías de cada negocio español; siendo el caso del mercado de Antón Martín, implementando un servicio de venta a domicilio obligado para poder contrarrestar la pérdida de clientela masiva y reducir el impacto devastador en una economía, que a diferencia de las grandes cadenas de supermercados, no se mueve en términos macro.

Por otra parte, la óptima conservación de alimentos fue primordial en las entregas, en este caso a través de taquillas frigoríficas, además del desarrollo de una página web en 2021 para así ajustarse más aún si cabe al comprador.

Todas estas medidas, además de la organización de un banco de alimentos y de normas sanitarias estrictas, fueron suficientes para abastecer a una gran parte de la Comunidad de Madrid, junto con los supermercados y otros mercados locales, formando una red de servicios esenciales prioritarios en unos tiempos muy difíciles para la población.

Del cierre masivo a la resiliencia: cifras que alarman

La crisis profunda y prolongada del comercio local en España, en los últimos tiempos, se ha visto intensificada por el COVID-19 y agravada por factores estructurales y coyunturales que han llevado al cierre masivo de establecimientos en todo el país.

Las secuelas fueron bastante notorias, ya que en 2023, se registró el cierre de 35.024 comercios de proximidad, equivaliendo a una media de 96 cierres diarios. Esta tendencia continuó en 2024, con la pérdida de 8.870 tiendas, según datos de la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE). La situación se ha mantenido crítica en 2025; solo en enero, tras la campaña navideña, se cerraron 5.379 establecimientos, destacando Cataluña, Andalucía, la Comunidad Valenciana y Madrid como las regiones más afectadas

El alma del mercado: familias, tradición y gastronomía

Aún así, muchos de los mercados locales se han mantenido a flote gracias a la base o sustento económico de épocas anteriores, consiguiendo amortiguar de cierta manera el impacto de la crisis sanitaria.

Un gran ejemplo son los negocios comprendidos en el mercado de Antón Martín, que hoy en día dispone de más de 70 puestos, incluidos los espacios gastronómicos. Muchos de los negocios vigentes son prolongaciones de sagas familiares, pasando de abuelos a padres e hijos.

Sin embargo, hay vendedores que piensan que actualmente invertir en el mercado de Antón Martín, así como en el mercado local en general, no sale demasiado rentable ni a corto, ni a largo plazo.

Video de YouTube preguntando a vendedor. CC BY elaboración propia

Una historia de altibajos: la crisis de 2008 a la recuperación parcial

Interior mercado Antón Martín. CC BY elaboración propia

La crisis tiene antecedentes previos, con varias subidas y bajadas. Durante los primeros años tras la crisis de 2008, el pequeño comercio sufrió una fuerte contracción. Muchos negocios cerraron debido a la caída del consumo, el aumento del desempleo y las restricciones de crédito. Entre 2008 y 2013, se perdieron más de 60.000 comercios minoristas en todo el país. Las ventas en el sector descendieron de forma sostenida, y algunas rentas familiares no ayudaban a dinamizar el consumo.

Sin embargo, a partir de 2014, con la recuperación de la economía española, el mercado laboral comenzó a mejorar, y el consumo interno creció. El pequeño comercio experimentó cierta reactivación, sobre todo en zonas urbanas y turísticas, donde el aumento del turismo favoreció los ingresos de mercados tradicionales y tiendas de barrio.

TASA DE DESEMPLEO EN ESPAÑA (2008-2014)
11.3%
17.9%
21.4%
24.8%
26.1%
24.4%

La transformación del mercado Antón Martín

Establecimientos de hostelería mercado Antón Martín. CC BY elaboración propia

La dueña del mercado de Antón Martín, Mercedes Moyano, con más de 30 años al frente de la gerencia del negocio, siempre ha apostado por una buena relación en cuanto a calidad y precio. Desde su llegada, el mercado se encontraba en decadencia.

Los puestos de fruta ubicados en la tercera planta fueron trasladados a las dos plantas inferiores, y en la tercera, en 1994 Moyano consiguió reubicar la escuela de flamenco “Amor de Dios” que estaba en un caserío en Antón Martín, a la Calle Santa Isabel número 5, mejor conocida como el mercado de cultura y arte Antón Martín.

Combinar ambas fue clave para el porvenir del negocio, además de la modernización y renovación de puestos gastronómicos, con puestos de cocina internacional, tapas gourmet y restaurantes pequeños.

Los procesos migratorios fueron un gran aliciente para satisfacer las demandas del mercado, y así fidelizar a extranjeros, principalmente a través del boca a boca y apoyándose en la magnífica relación calidad/precio de los productos. Dicha fórmula se emplea a menudo para distinguirse con respecto a las grandes cadenas de supermercados, las cuales juegan mucho con el producto envasado o congelado.

El trato humano frente al autoservicio

Exteriores del mercado Antón Martín. CC BY elaboración propia

La gran masificación que ostenta una cadena de supermercados nunca será comparable a la de un mercado local, al igual que tampoco lo será el trato con el cliente.

Es plausible la disminución progresiva que se está teniendo en el trato con el cliente dentro de las grandes cadenas de supermercados, con la introducción de tecnología de autoservicio en la que el cliente puede pagar sus productos sin necesidad de pasar por caja.

Cada negocio que compone un mercado es autónomo e independiente, estando cada uno a cargo de sus propias cuentas.

A pesar de la cercanía y familiaridad que hay en los mercados locales, los clientes priorizan otros factores como la inmediatez, sin tener tanto en consideración la calidad de los productos, y es por ello, que no acuden demasiado a los mercados. 

Pese a lo anterior, el comercio local no ha desaparecido; más bien, ha demostrado una resiliencia que se apoya en la historia, la tradición y el vínculo cercano con los clientes. Si algo ha dejado claro este periodo de crisis es que, aunque las grandes cadenas de supermercados puedan ofrecer comodidad y precios competitivos, nada reemplaza la cercanía y la calidad del trato personal que ofrece el mercado de barrio. Sin embargo, la cuestión que ahora queda por responder es si esta forma de comercio podrá adaptarse de manera efectiva a los nuevos tiempos, o si la presión de las grandes superficies y la evolución de las demandas de los consumidores terminarán por decantar la balanza.

El futuro del comercio local dependerá no solo de la capacidad de sus protagonistas para reinventarse, sino también de una reflexión colectiva sobre el modelo económico que queremos construir. Solo con el apoyo mutuo y la reinvención constante, los mercados tradicionales podrán seguir siendo parte esencial del tejido urbano, manteniendo vivo un legado que, a pesar de todo, sigue siendo un pilar de nuestras ciudades.

Video de YouTube preguntando a vendedor. CC BY elaboración propia

Establecimiento italiano mercado Antón Martín. CC BY elaboración propia