No puede haber discusión sobre crímenes contra la humanidad 

Más de un siglo después, Turquía continúa en su negativa de reconocer el genocidio contra el pueblo armenio 

Por primera vez, un presidente de los Estados Unidos reconoció públicamente el genocidio armenio a manos del imperio otomano cometido en 1915. Como casi cualquier declaración que se haga desde la Casa Blanca, este reconocimiento tuvo repercusión en todo el mundo. Turquía rechazó enérgicamente la postura de Joe Biden y convocará al Embajador estadounidense en el país tras considerar “inaceptable” la decisión tomada desde Washington. Podría llegar a pensarse que el negacionismo por parte de los turcos es único. Pero son más los países que no reconocen el genocidio, entre los que se encuentra España, a los que sí lo hacen.  

La cuestión armenia celebraba este pasado 24 de abril el aniversario del inicio del genocidio. Ni si quiera la posición adoptada por parte de los Estados Unidos ha puesto el asunto en un primer plano político y mediático en nuestro país. La única respuesta ha llegado del exministro de Asuntos Exteriores Javier Solana, quien no llegaba a entender el reconocimiento del “supuesto” genocidio armenio y lo consideró como una bofetada a Turquía. Declaraciones que no sorprenden tanto, viniendo de quien ordenó los bombardeos de la OTAN en la Guerra de los Balcanes. 

Ese supuesto genocidio, como dice Solana, se llevó la vida de hasta un millón y medio de personas. Aunque esta cuestión atiende a motivos étnicos y religiosos, el origen de esta masacre se remonta a la llegada de los Jóvenes Turcos al poder en 1908. El inicio de la Primera Guerra Mundial propició al Gobierno otomano la excusa perfecta para comenzar la limpieza étnica y lograr un imperio conformado únicamente por musulmanes turcos. Talat Pasha, Ministro de Guerra, culpó a los armenios de los fracasos en la contienda contra Rusia y les acusó de colaborar con ellos en la frontera. 

El genocidio se llevó a cabo en tres fases. En primer lugar, Turquía asesinó a los armenios más influyentes: líderes políticos, empresarios, religiosos e intelectuales. Posteriormente, emitieron la “Directiva 8682”, a través de la cual se eliminó en plena guerra a todos los armenios del Ejército. Finalmente, deportaron al resto de armenios, obligándoles a hacer marchas forzosas en condiciones inhumanas. Los supervivientes acabaron presos en campos de concentración en la frontera con Irán y Siria.  

Hoy en día, parece impensable que algún país niegue el Holocausto. Sin embargo, el medz yeghern –como se conoce el genocidio armenio- es desconocido para la amplia mayoría de la población. Los métodos y procedimientos del exterminio judío fueron similares a los que llevaron a cabo los turcos. De hecho, el propio Adolf Hitler se refirió en varias ocasiones al genocidio armenio antes de comenzar la campaña en Polonia.  

Entre la retahíla de excusas que Turquía ofrece al mundo para negar por activa y por pasiva el intento de exterminio de la población armenia, argumentan que el término legal “genocidio” se acuñó en 1944. Efectivamente, Raphael Lemkin lo acuñó durante la Segunda Guerra Mundial. Pero siempre teniendo en mente la masacre armenia, a la que se refirió para explicar su nueva aportación.  

Negar el genocidio armenio puede traer consecuencias de elevada magnitud. Los armenios siguen siendo perseguidos en la actualidad. Así se demostró el pasado otoño cuando Azerbaiyán intentó expulsar a una minoría armenia residente en la región del Alto Karabaj. El reconocimiento internacional a la persecución del pueblo armenio dotará al país de una mayor seguridad y protección frente a las amenazas y agresiones de otros pueblos en la zona, que atienden exclusivamente al predominio de la población cristiana en el país.

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