Tabacalera de Madrid: Un nuevo horizonte

¿Qué relación podrían tener una fábrica de tabacos y la vida? Parece imposible, pero ambos establecen una conjunción perfecta en uno de los centros culturales más emblemáticos de la capital madrileña. El edificio, reconocido hoy por hoy como Tabacalera, situado en Lavapiés, lleva décadas siendo uno de los centros sociales de referencia más centrados en la generación y la difusión de la cultura libre; algo que podría cambiar tras la decisión por parte del Ministerio de Cultura de transformar este edificio un centro de residencias y creación de artistas.

Fue por el año 1780 cuando se levantó este gran edificio por la zona de Embajadores. Inicialmente se concibió para ser la Real Fábrica de Aguardientes y Naipes, pero tras un corto período en funcionamiento, se reconvertirá en la Fábrica de Tabacos y Rapé en 1809 y seguirá con este uso hasta llegados finales del siglo XX.

Durante todos esos años, la lucha obrera y el espíritu del feminismo se apoderaron del edificio. La invasión del ejército de Napoleón en 1808 hizo que muchos de sus ejércitos tomasen el control de varios edificios de la capital española, entre los que se encontraba esta fábrica.

El tabaco era un bien muy preciado por aquellos hombres y, aunque tenían bastante cantidad de hojas de tabaco, la mano de obra era escasa. Será entonces cuando la fábrica, bajo la contratación de José Bonaparte, ingresó a 800 cigarreras.

Eran mujeres que, conocidas popularmente bajo ese nombre, se convirtieron en una de las figuras del Madrid más costumbrista. Mujeres de espíritu rebelde, apasionadas e independientes. De ahí que, hoy en día, sea la herencia de lo que fue gracias a estas mujeres trabajadoras, célebres por realizar motines y grandes manifestaciones como la acontecida, según crónicas de la época, en 1830.

Dibujo de Díaz Huertas, dos cigarreras paseando por las calles de Madrid. Imagen color sepia.
Ángel Díaz Huertas, Public domain, via Wikimedia Commons

Pero, entonces, ¿cómo ha llegado a convertirse este edificio en el centro cultural que es hoy? Será en el año 2000 cuando la privatización de La Tabacalera hizo que la fábrica quedase totalmente desocupada y pasase a manos del Ministerio de Educación Cultura y Deporte, desde el 2003.

El edificio pasó de establecer un antes y un después para la lucha obrera, a ser un centro abandonado durante diez años. Fue desprovisto de mantenimiento y el deterioro hizo mella en él. Tal fue así que el edificio fue finalmente ‘tomado’ por algunas de las entidades culturales y sociales del barrio que pedían desde hacía tiempo más espacios de esta índole.

Ya en el año 2009 el Ministerio de Cultura propondrá a una de las asociaciones culturales del barrio llevar a cabo un proyecto artístico en el edificio. A partir de este momento y bajo los debates ciudadanos, se firma un contrato para desarrollar el proyecto: Centro Social Autogestionado La Tabacalera.

Sus objetivos desde entonces han consistido en proporcionar un espíritu crítico fomentando la creación de herramientas libres, el promocionar conocimientos y saberes defendiendo siempre la cultura libre y el dominio público. Y, además, pone en valor el derecho universal de acceso a cualquier obra cultural y defiende el derecho a la copia privada; entre muchos otros valores.

TABACALERA EN LA ACTUALIDAD

Llegado el año 2021, el centro sigue albergando grandes exposiciones, pero le deparan grandes cambios en los próximos años. El proyecto de convertir la antigua fábrica en un centro de residencias es joven. La directora general de Bellas Artes, Lola Jiménez Blanco, ha profesado su deseo de reconvertir Tabacalera en un lugar de producción, como muchos otros llevados a cabo en Europa tales como la Rijksakademie de Ámsterdam.

“Queremos que sirva como crisol de todas las comunidades autónomas, que ellas puedan seleccionar y enviar a un residente para que vivan y tengan talleres”.

El centro colaborará para este proyecto con el Museo Reina Sofía al ser la institución de “referencia” en lo que a arte contemporáneo se refiere. Y, a partir de este año, además de tener visitas muy acotadas debido a la COVID-19, tendrá que empezar a compatibilizar las obras en lo que ya se ha catalogado como “joya arquitectónica” y las exposiciones que ya estaban previstas.

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