Cultura libre: la formación de una comunidad creativa

La cultura libre es la máxima expresión de la cultura y está dedicada a todo el mundo. «Traficantes de sueños», la Tabacalera y la OfiLibre de la URJC son ejemplos de ello

A Beatriz, cuando fundó su editorial basada en la cultura libre, le dijeron que no iba a sobrevivir. Para muchos, poner a disposición de quien le interese el acceso al conocimiento estaba muerto, pero no para Beatriz. Traficantes de Sueños es un colectivo político que piensa que el libro es una herramienta para la transformación. Su expresión material es hoy una librería, una distribuidora alternativa, un taller de diseño, una editorial y un espacio de formación que se llama Nociones Comunes. 

La cultura libre nació del software libre, de sus investigadores y creadores. En la última década, las Oficinas de Conocimiento Abierto (OCA) se han convertido en tendencia. Desde entonces, el acceso abierto a las publicaciones de investigación va en ascenso. Es más, la Comisión Europea, en 2013, reconoció el acceso abierto como un “instrumento esencial para implementar la circulación del conocimiento”. Es por eso que obligó que todas las publicaciones científicas que se llevaran a cabo con la financiación del plan Horizonte 2020 debían ser libres. “Si la investigación es pública, el resultado también tendría que serlo”, pide Beatriz. Para ella, la cultura libre es “esa idea de un conocimiento compartido, y todos podemos aportar desde diferentes ámbitos”. Desde Traficantes de Sueños aplican el conocimiento de software libre y después lo trasladan al libro “porque pensamos que el conocimiento pertenece a la sociedad”.



Pero la cultura libre no solo se aplica en el sector de la lectura. Txus Parras, que colabora en la Tabacalera como artista, admite que “la cultura libre la hacemos todos los que creemos en la libertad”. La Tabacalera es “un proyecto con el objetivo de recuperar espacios para que la gente pueda juntarse y hacer arte, aprender unos de otros”. Txus no quiere que ese espacio público, situado en el madrileño barrio de Lavapiés, sea un sitio “donde el dinero sea lo primero”, porque “este sitio es gratuito, aquí puede venir todo el mundo”. Y eso también es cultura libre.

El avance del acceso abierto está ligado a la digitalización y difusión electrónica de los contenidos. En muchos casos, las OCAs son las encargadas de mantener los Repositorios y Portales de Revistas científicas, pero también influyen las acciones del pequeño comercio, como las de Beatriz. En Traficantes de Sueños editan los libros “que tienen una descarga libre en Internet y están a disposición del público. Vivimos de los libros en papel”.

Iván Martínez, que también es artista en la Tabacalera de Lavapiés, anima a fomentar la cultura libre. “El acceso a la cultura es más acceso. Tanto los artistas como el público necesitan que haya feedback entre unos y otros, y compartir la cultura es lo más importante”, considera. Martínez admite que aún queda mucho por hacer, “sobre todo a nivel de subvenciones más controladas”, y pide espacios para poder compartir la cultura “que es lo que hace falta en este país”.

Cultura libre y educación

Durante la última década, muchas Universidades y centros de conocimiento están creando esas oficinas, que suelen tener un objetivo similar de ayudar y asesorar a los actores de la comunidad académica y científica en los temas de Acceso Abierto. “Si las Universidades e institutos públicos trabajan con sistemas libres como Ubuntu, están apoyando una colaboración que no está mediada por el dinero”, reconoce Beatriz. En la Tabacalera, con la cultura libre “cada uno es más libre y aprende cómo quiere aprender. Existe la educación autoritaria y la educación libre. En las academias, que funcionan con dinero, hay mucha competitividad. Aquí hay una educación autodidacta, aprendemos unos de otros”, explica Txus.

Una de las Universidades que ya han puesto en marcha su Oficina de Conocimiento y Cultura Libre es la Universidad Rey Juan Carlos. El investigador Jesús Barahona, cuya permanencia en la oficina no estaba confirmada en el momento de la entrevista, explica que las labores de las que se encargan han girado en torno «a explicar qué es la cultura libre, sobre todo con vídeos y presentaciones en otros campus». En la OfiLibre de la URJC se hacen «labores de promoción y coordinación». Además, la oficina cuenta con «un sitio web y una presencia en redes sociales donde intentamos difundir la cultura en otros ámbitos fuera de la Universidad». En la normativa nueva de Trabajo de Final de Grado, explica Barahona que «se clarifica mucho la situación de la publicación en abierto y se ha trabajado mucho con el servicio de digitalización».

Desde 2011, el 50% de los trabajos científicos publicados son accesibles gratuitamente, según un estudio financiado por la Comisión Europea y relacionado con la posibilidad de acceso gratuito de los lectores a los resultados de la investigación. Estas cifras suponen una contribución a la mejora en la eficiencia de la ciencia e impulsa la innovación no solo en el sector público, sino también en el privado. La fundadora de Traficantes de Sueños anima a las instituciones públicas que trabajen con software libre en vez de pagar a Microsoft, «que se está convirtiendo en un monstruo que está manejando nuestras vidas”. 

El hecho de que una publicación o un trabajo artístico sea libre, no significa que no se reconozcan sus derechos. “El software libre y la cultura libre no va en contra del autor, va reconociendo lo que esa persona ha podido crear. Al autor siempre se le va a reconocer su derecho de creador aunque se ponga a disposición de la sociedad”. Son muchas las personas que quieren enseñar sus trabajos. Txus e Iván exponen su trabajo en galerías o salas de exposiciones que normalmente son gratuitas para el público, y también las suben a Internet para que todo el mundo pueda tener acceso a ellas. Pero esas galerías son de difícil acceso porque hay que pagar un alquiler “y solo la élite suele entrar en esas galerías”. Por eso, Txus e Iván reclaman un espacio público “para enseñar el arte en la calle”. Barahona, por su parte, admite que «hay muchos casos en los que al autor le interesa que su obra sea libre y no lo sabe. Hay un desconocimiento».

La cultura libre no es trabajar de forma gratuita, es formar una “comunidad viva, creativa y que está dispuesta a poner el conocimiento en común”. Es compartir conocimiento, saber, arte y literatura. Es solidaridad con los otros, con los que no pueden permitírselo. La cultura es de todos, y solo así podremos conseguirlo.

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