“Empecé a escribirle una carta por las noches, que se fue estirando hasta acabar con Querido hijo”

El corresponsal de El Mundo en Londres, Carlos Fresneda, asegura que la muerte de su hijo Alberto le obligó a escribir como terapia personal. 

Carlos Fresneda (Madrid, 1963) pertenece a esa generación de periodistas que comenzaron a escribir noticias con los primeros ordenadores mientras dejaban atrás las máquinas de escribir. “Accedí a El País en prácticas en el verano de 1986, con la selección de la Universidad Complutense. Fue una época increíble y aún se respiraba humo en las redacciones”. Durante los tres meses de verano que estuvo de prácticas experimentó las primeras sensaciones como periodista. “Estuve en la sección de local, apagando fuegos, cubriendo sucesos y acompañando al alcalde Tierno, con el que tengo una muy buena anécdota”.

Tras aceptar la oferta de Jesús Cibeiro para quedarse en El País, trabajó con algunos de los periodistas más relevantes de España. “Mis maestros fueron Javier Valenzuela, mi jefa Sol Fuertes, Rodolfo Serrano, Joaquín Vidal y por supuesto Francisco Umbral, que entonces escribía su Spleen en Madrid”. Su firma en varios reportajes locales incluido El Rey de las Alcantarillas le otorgaron el Premio Mesoneros en 1987. 

Y de El País a El Mundo. “Siempre sentí un gran aprecio por la labor de Pedro J Ramírez, recuerdo su presencia estimulante con todos nosotros. Me hice muy amigo de su número dos, Juan Carlos Laviana”. Carlos participó del nacimiento de El Mundo en un garaje de la calle Pantoja. “Quería escribir con mayor libertad, eso me lo permitió El Mundo, con una sección semanal Calle del Desengaño, una amplitud de miras y un periodismo más personal, a los pocos meses me puse en marcha con la revista Metrópoli”.

Desde El Mundo le ofrecieron comenzar su carrera como corresponsal deportivo y el primer destino fue Italia. “Viví el escándalo de la agente, los asesinatos de Falcone y Borselino y los dos Giros que ganó Indurain”. 

Como corresponsal también ha tenido ocasión de vivir en primera persona algunos de los momentos históricos que marcaron a la sociedad de la década de los 2000. “Trabajé mano a mano con Julio Anguita Parrado durante el 11S, además de reportero era mi mejor amigo”. La muerte del reportero, corresponsal de El Mundo en Bagdad durante la invasión a Irak en 2003 ha sido uno de los dos mazazos de su vida. 

En 2009 vivió la victoria de Barack Obama. “La seguí desde Chicago, precedida de la Ruta 66”. Vivió los Juegos Olímpicos celebrados en Londres en los que asegura que “ todos fuimos británicos” sin pensar que años más tarde también asistiría como “triste notario” del Brexit y viviría la llegada de una pandemia mundial a causa del coronavirus. 

Una de las facetas más desconocidas de Carlos Fresneda es la literaria y  que comenzó con el nacimiento de Miguel, su primer hijo. “Escribir libros ha sido para mí prolongación de mi trabajo diario, que a veces te deja insatisfecho”.

Su faceta literaria se potenció aún más, desgraciadamente a raíz de la muerte de su hijo Alberto en Londres. “Empecé a escribirle una carta por las noches, que se fue estirando hasta acabar con Querido hijo. El impulso de Alberto, un creador nato, me dio fuerzas para el siguiente libro, Ecohéroes, que está dedicado a él, y que es fruto de casi veinte años de trabajo como periodista ambiental camuflado”.

A pesar de tener varios proyectos entre manos, asegura que la mayor parte de su tiempo lo dedicará “a eso que llaman medio ambiente y que no es otra cosa que la vida misma”.

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