A cuestas con la Semana Santa

La juventud se vuelve cada vez más reticente a participar en los oficios de Semana Santa  y la principal consecuencia ha sido la notable falta de costaleros en las hermandades que requieren que se produzca un relevo generacional.

La vuelta de la Semana Santa tras dos años sin procesiones ha estado marcada por una notable falta de costaleros jóvenes en algunas de las hermandades de toda España. Este problema refleja que la tradición se encuentra ante una juventud que cada vez tiene menos fe y que se mueve por unos valores que cada vez se alejan más del cristianismo. En algunos lugares donde esta celebración se vive con especial emoción, ciertas cofradías se quedan obsoletas porque no se adaptan a la realidad de 2022.

A todo ello se suma el hecho de que durante dos años marcados por la pandemia no se haya podido salir a la calle en estas fechas. La consecuencia principal, ha sido un retroceso en cuanto a la incorporación de nazarenos a estas agrupaciones religiosas. Las previsiones que las hermandades hacían a principios de 2022 acerca de la eclosión de nazarenos que traería la vuelta de las procesiones de Semana Santa no han cumplido sus expectativas. De hecho, semanas antes de la celebración de los cortejos ya advertían de esta falta de integrantes para llevar los tronos y acompañar el paso en su carrera oficial.

 

Es cierto que sigue quedando una parte de fe y tradición y muchos cofrades siguen en las agrupaciones por la vinculación emocional y familiar que supone para ellos. Pero es preocupante que hubiera hermandades que reclamaran la falta de costaleros pocos días antes de la estación de penitencia. La celebración de la Semana Santa para muchos cofrades no supone ser creyente, sino que supone una muestra de devoción por su hermandad el hecho de colocarse un costal o acompañar como nazareno. Pero ello no niega que la Semana Santa esté ligada de manera directa a la iglesia y a todos los valores que residen en ella. El fenómeno de la secularización cada vez aleja más al colectivo juvenil de este tipo de celebraciones católicas y provoca que no sólo se alejen de los valores de la iglesia sino también de todas las tradiciones que se encuentran relacionadas con ella. 

El ser cofrade y cristiano no siempre va de la mano

Más allá de ser cristiano o no, si algo está claro es que en este contexto, cabe plantearse si la Semana Santa se encuentra en peligro en caso de que esta situación no mejore en los próximos años. La labor de las cofradías en estos momentos debe centrarse en tratar de resultar atractivas para una juventud que cada vez parece estar más alejada de las tradiciones, especialmente las que tienen connotaciones religiosas. Las agrupaciones religiosas no han ido de la mano con la evolución social en tanto que mantienen algunas normas que no se adaptan a la realidad social en la que conviven.

 

Algunos colectivos como el de las mujeres o el LGTBIQ+ sufren una discriminación perpetuada por parte de algunas cofradías a las que no se les deja pertenecer o se les niega la expresión “exagerada” de su orientación sexual. Estos ejemplos reflejan que existen espacios poco seguros dentro del mundo cofrade si se pertenece a un determinado colectivo y en la actualidad, ya no se está dispuesto a ceder ante ciertas faltas de respeto. La tradición y la fe ya no son motivos suficientes para que los jóvenes decidan colocarse debajo de un paso, porque ya no solo pesa la figura, sino también los principios. 

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