La irrupción de medicamentos como Ozempic en el sector farmacéutico español ha desencadenado una auténtica revolución. Lo que comenzó como una solución innovadora para tratar la diabetes tipo 2 ha trascendido las consultas médicas y se ha convertido en un fenómeno social y económico de primer orden: el llamado “efecto Ozempic”.
Su magnitud es difícil de ignorar. En 2024, la facturación de este tipo de fármaco en España rozó los 500 millones de euros, multiplicando por 21 las cifras registradas apenas un lustro atrás. Este crecimiento exponencial no se explica únicamente por el incremento en el número de diagnósticos de diabetes, sino, sobre todo, por la creciente popularización del uso de estos medicamentos en el tratamiento de la obesidad, que afecta a más de 10 millones de españoles y se ha convertido en una de las principales amenazas para la salud pública en el siglo XXI.
Sin embargo, el impacto del “efecto Ozempic” va mucho más allá de las cuentas de resultados de laboratorios y farmacias. Está empezando a transformar patrones de consumo en diversos sectores, como la alimentación o la moda. Se observa una disminución en la demanda de productos ultraprocesados, refrescos azucarados y bebidas alcohólicas, mientras crece el interés por opciones más saludables, productos orgánicos y menús bajos en calorías. Este cambio de hábitos también se traslada al sector textil, donde se detecta un repunte en la venta de tallas más pequeñas, así como una creciente demanda de prendas deportivas y ropa técnica asociada a estilos de vida activos.
«Si algo está claro, es que la revolución Ozempic ya ha comenzado»
Si la tendencia se consolida, es probable que sectores como la alimentación industrial o el entretenimiento vinculado al consumo excesivo deban reinventarse para adaptarse a un consumidor cada vez más interesado en su salud e imagen corporal. Por su parte, las empresas enfocadas en el control de la salud están viviendo una notable expansión, pero podría extenderse aún más rozando la peligrosidad a nivel psicológico y físico para la ciudadanía. Sin duda, esta revolución plantea importantes desafíos.
Otro aspecto a tener en cuenta es el de la diluida equidad, ya que el acceso a estos medicamentos está limitado por su elevado coste, que oscila entre los 180 y los 360 euros mensuales, así como por la falta de financiación pública en su uso contra la obesidad. Actualmente, la Seguridad Social solo cubre tratamientos como Ozempic en pacientes diabéticos de tipo 2, lo que deja fuera a millones de personas que podrían beneficiarse de su aplicación en la pérdida de peso. Esta situación abre un debate crucial: ¿debe el sistema público de salud asumir el coste de estos tratamientos con el objetivo de frenar una pandemia de obesidad o deben seguir siendo tratamientos accesibles para quienes puedan permitírselos y controlar así su consumo?
La experiencia internacional nos ofrece lecciones valiosas. En Dinamarca, el país de origen de Novo Nordisk —la farmacéutica responsable de Ozempic—, el auge de estos medicamentos ha impulsado el crecimiento económico nacional hasta el punto de modificar las previsiones del PIB y transformar regiones enteras gracias al empleo y la inversión generados en torno a esta nueva industria.
En nuestro caso, aunque España no es productora directa de estos fármacos, puede beneficiarse indirectamente a través del impulso a la investigación biomédica, la mejora del ecosistema sanitario y la puesta en valor de la economía del cuidado. Así pues, repercutiría positivamente el hecho de garantizar el acceso equitativo a los beneficios de esta nueva generación de tratamientos y anticipar, con responsabilidad, los profundos cambios sociales, culturales y económicos que pudieran derivarse de ello. Si algo está claro, es que la revolución Ozempic ya ha comenzado.
💊 El “efecto Ozempic” ya no es solo médico: es una revolución económica y social silenciosa que está transformando hábitos de consumo en España. pic.twitter.com/1Dyaz5bZfi
— Datáfora (@DataforaMulti) April 30, 2025