Entre el agua y el grano: la modernización del cultivo del arroz en Sueca

La capital de la Ribera apuesta por la modernización del arrozal para garantizar su futuro económico y ambiental

El zumbido de las bombas de regadío rompe el silencio de los arrozales de Sueca cada primavera. En 2024, 8 500 hectáreas se sumergieron bajo el agua para dar vida a un grano que alimenta familias y mercados internacionales. Desde las prácticas manuales hasta la introducción de drones y maquinaria de precisión, el arroz de Sueca enfrenta retos de mercado, clima e innovación. Agricultores organizados en cooperativas centenarias comparten recursos y conocimientos para optimizar rendimientos y preservar el patrimonio agrario.

1. Contexto agronómico y social

La historia del arroz en la Ribera del Júcar se enlaza con la ingeniería hidráulica musulmana del siglo XV, que ideó acequias y aljibes para controlar el agua. Hasta mediados del siglo XX, los agricultores utilizaban transplantado manual: brotes nacidos en semilleros se insertaban a mano en el suelo embarrado. Esta técnica, aún viva, garantiza uniformidad en la densidad de plantas. En las últimas dos décadas, se incorporaron herramientas mecánicas —plantadoras de arroz con chasis anfibio— que duplican la capacidad de trabajo, aunque requieren parcelas niveladas y mantenimiento regular.

El Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA, 2023) comparó sistemas tradicionales y modernos: encontró un aumento del 12 % en rendimiento medio (de 6,1 a 6,8 t/ha) sin pérdida sensorial del grano. Además, el cultivo del arrozal constituye un tejido social: las cooperativas articulan ayuda mutua en la limpieza de canales y la negociación colectiva de precios. Este modelo cooperativo refuerza la resiliencia ante la volatilidad de los mercados internacionales y el impacto de eventos climáticos extremos como sequías o inundaciones.

2. Situación actual en 2025

Los registros oficiales del Ministerio de Agricultura sitúan a Sueca al frente, con 3 200 ha cultivadas, seguida de Albalat de la Ribera (1 100 ha) y Sollana (920 ha). Un gráfico interactivo permite visualizar la evolución de la superficie sembrada de 2020 a 2025, donde se aprecia un crecimiento sostenido del 8 % anual gracias a la reconversión de tierras agrícolas marginales.

En la comarca operan doce cooperativas y sociedades de productores: desde la histórica Cooperativa V. del Camp Unió Cristiana hasta grupos emergentes como Arrozamigos, que aglutina a jóvenes agricultores. Estas entidades proporcionan servicios integrales: asesoramiento técnico, compra colectiva de insumos y herramientas de análisis de suelo. La colaboración con el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) se intensificó en 2022 con proyectos conjuntos para introducir variedades de ciclo corto (105 días), capaces de completar su desarrollo antes de las olas de calor veraniegas.

El uso de fertilizantes de liberación controlada y sondas de humedad conectadas a plataformas digitales ha permitido reducir un 12 % la aplicación de nitrógeno y un 15 % el consumo de agua en los últimos tres años. Estas cifras responden a un impulso normativo europeo que exige prácticas agrícolas más sostenibles, reflejado en subvenciones condicionadas a la eficiencia de recursos.

 

3. Cooperativa V. del Camp Unió Cristiana: un modelo en Sueca

La Cooperativa V. del Camp Unió Cristiana, constituida en 1903, agrupa a 180 productores con parcelas que varían entre 2 y 15 ha. La cooperativa funciona como centro logístico y plataforma de innovación: en 2024 implementó un sistema de transplantado mecanizado con GPS, garantizando una separación uniforme de 17 cm entre plantas y 25 cm entre hileras, optimizando la captación solar.

El proceso de campo inicia en mayo, cuando las máquinas preparan la tierra mediante subsolado ligero y nivelación láser. Los semilleros, situados en invernaderos, producen 50 000 plántulas por hectárea; tras 30 días, son trasladadas al campo. Las imágenes de la galería revelan el trabajo mecánico y manual: mangas de plástico para proteger los repollos de insectos, drones que monitorean el vigor vegetativo y el interior del secadero donde se controla la humedad al 14 %.

La cosecha, mecanizada en septiembre, se realiza con cosechadora de orugas diseñada para trabajos en terreno inundado. El grano se almacena en silos de acero inoxidable con control de temperatura y humedad. El reparto de excedentes se realiza a 0,45 €/kg con cláusulas de ajuste al alza según índices de calidad (humedad, granos dobles, impurezas). Además, la cooperativa organiza talleres para jóvenes, impartidos por agrónomos del IVIA, y administra un programa de becas para estudiantes de agronomía.

Este modelo mixto equilibra tradición y modernidad: conserva técnicas manuales en parcelas piloto y multiplica la eficiencia en extensiones mayores. Su éxito ha suscitado interés de cooperativas en Valencia y Alicante, que estudian replicar el esquema.

 

4. Dimensión socioeconómica y ambiental

El rendimiento medio en Sueca alcanzó 6,8 t/ha en 2024, con un coste de producción de 0,25 €/kg. Una tabla interactiva permite comparar estos valores con datos de Albalat y Sollana, mostrando rendimientos entre 6,1 y 7,0 t/ha. El investigador Joaquín López (IVIA, 2024) subraya: “La resiliencia del cultivo depende de una gestión integrada de agua y nutrientes”.

Prácticas de riego alterno han reducido un 20 % las emisiones de metano respecto al riego continuo. Asimismo, la creación de ecosistemas artificiales en acequias ha favorecido el retorno de aves acuáticas y anfibios. Estas medidas responden a directrices de la Política Agrícola Común y al Plan de Desarrollo Rural de la Comunitat Valenciana, que otorga ayudas directas a explotaciones que demuestran mejoras en huella de carbono.

 

5. Retos y perspectivas futuras

La cronología normativa reúne hitos clave: RD ley 1079/2014 (apoyo al arrozal), PAC 2023-2027 (ecoesquemas de verano), PDR Valenciano 2021-2027 (subvenciones a regadío eficiente) y RD-ley 6/2024 (incentivos a maquinaria de precisión). Aunque estas políticas han impulsado mejoras, persisten obstáculos: trámites burocráticos que duran hasta ocho meses, escaso relevo generacional y vulnerabilidad frente a sequías extremas.

Futuros estudios deberían explorar variedades tolerantes a la salinidad y modelos de economía circular que aprovechen los subproductos del arrozal, como la cascarilla para biogás y la producción de compost. Asimismo, la incorporación de inteligencia artificial para predecir el momento óptimo de siega podría aumentar el rendimiento un 5 %. La articulación de redes de riego inteligentes, con sensores y plataformas de datos compartidos, aparece como el siguiente paso para consolidar la sostenibilidad del arroz de Sueca.

Con más de cinco siglos de historia, el cultivo de arroz en Sueca demuestra la capacidad de adaptación de los agricultores. La cooperativa de la población ejemplifica cómo integrar innovación y tradición para elevar el rendimiento, mejorar la sostenibilidad y fortalecer el tejido social. Sin embargo, el éxito futuro dependerá de políticas que simplifiquen el acceso a ayudas, fomenten el relevo generacional y garanticen el agua necesaria. La Ribera del Júcar puede convertirse en un referente europeo de cultivo sostenible si se impulsa la investigación multidisciplinar y la cooperación público-privada. En un contexto de cambio climático, Sueca ofrece una lección: la resiliencia agrícola nace de la combinación de memoria histórica, tecnología y compromiso colectivo.

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