Gran Vía se tiñe de rojo sindical en el 1‑M

50.000 manifestantes, según UGT y CCOO, recorren el corazón de Madrid para exigir la semana de 37,5 horas y blindar los derechos sociales pese a la negativa municipal a montar un escenario

Pasaban pocos minutos de las 12.00 cuando una marea de pancartas rojas irrumpió en la confluencia de la calle Alcalá con Gran Vía. Bajo el lema «Proteger lo conquistado, ganar futuro», trabajadores de todas las edades —mecánicos, sanitarias, riders, jubilados— se conjuraban para celebrar, y a la vez defender, el Día Internacional del Trabajo. El sol dejaba ver cada bandera ondear como una llamarada contra los edificios modernistas. A muchos les brillaba aún la pegatina del salario mínimo recién aprobado en enero.

La cita venía precedida de polémica: el Ayuntamiento había denegado el permiso para instalar el tradicional escenario en Plaza de España alegando «motivos de seguridad». Los sindicatos replicaron que la decisión era «un castigo político» y que improvisarían el estrado sobre un camión si hacía falta. Al filo de las once se escuchaban ya los primeros tambores y vuvuzelas arengando a la columna que avanzaba con paso lento, pero firme, al ritmo de consignas contra la extrema derecha y en favor de la reducción de jornada.

A mitad de recorrido, en Callao, la manifestación alcanzó su pico de densidad. UGT y CCOO cifraban la asistencia en 50.000 personas, mientras la Delegación del Gobierno la rebajaba a 12.000. La brecha estadística no enfrió el ambiente: familias enteras se hacían ‘selfis’ con el oso y el madroño en miniatura que portaba un pensionista a modo de estandarte; estudiantes coreaban “¡no queremos becas, queremos contratos!”; y algún turista despistado preguntaba si aquello era un desfile folclórico.

Mientras la cabecera doblaba San Bernardo —eran las 13.18—, la marcha avanzaba entre comercios cerrados y cafeterías desbordadas. A cada esquina, voluntarios repartían agua y pegatinas con la consigna “37,5 h”. Un grupo de riders aparcó sus bicicletas para levantar sus cajas a modo de pancarta improvisada, arrancando un aplauso colectivo: “¡Si nosotros paramos, la ciudad se detiene!”.

Ya en Plaza de España, sobre una tarima montada en tiempo récord, Unai Sordo (CC OO) alertó de la “internacional reaccionaria que amenaza Europa”, mientras Pepe Álvarez (UGT) reclamaba una negociación exprés para limitar las horas de trabajo: “Si producimos más en menos tiempo, el futuro será nuestro”. Detrás, las líderes madrileñas Paloma López y Susana Huertas cerraban filas con un mensaje nítido: “Madrid será el dique de contención”. El redoble de una batucada subrayaba cada frase.

Vídeo: Canal CCOO (CC BY‑SA 3.0) — Fragmento de 1′59″ usado con cita. Subtítulos disponibles.

El acto concluyó pasadas las 14.00 con la ‘Internacional’ sonando desde un altavoz portátil —plan B frente a la ausencia de infraestructura municipal— y miles de puños alzados. Mientras los servicios de limpieza recogían confeti y folletos, un cartel quedó apoyado contra la estatua de Cervantes: “Lo que hoy parece utopía será mañana salario”. La Gran Vía recuperó su tráfico, pero el eco persistió durante horas; en los grupos de Telegram sindicales ya circulaba la próxima convocatoria.

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