La prevención libra a la residencia Mirasierra Cercedilla del COVID

La antelación y la asepsia lograron que la pandemia no llegara al Mirasierra Cercedilla, una residencia sin casos de COVID

Mientras la propagación del coronavirus crece de forma incontrolable en muchas residencias madrileñas ya alcanza los 5.272 fallecidos, hay centros que se han salvado. Los cero casos del Mirasierra Cercedilla no son fruto del azar, sino de la previsión ante el avance de la pandemia.

Antes de que la Comunidad de Madrid publicara sus recomendaciones sanitarias, la dirección del centro ya había adoptado un protocolo estricto de higiene, anulado las actividades colectivas y confinado a su personal. El 1 de marzo, seis auxiliares que vivían solas en sus casas se ofrecieron a quedarse a dormir en la residencia. Esta ha sido una de las claves para que los 50 residentes se encuentren sanos.

Después del gesto de los empleados, el 6 de marzo las visitas familiares y el acceso a proveedores fueron restringidos. No fueron los únicos a los que se les controló el acceso, y es que el número de terapeutas y recepcionistas también se vio reducido, ya que no se consideran personal de atención directa al enfermo.

Una de las medidas más controvertidas de la dirección fue la prohibición de los guantes dentro de la residencia. Según sus responsables, obliga a los ancianos a que sean más precavidos y se laven las manos con frecuencia. El protocolo exige al personal quitarse los guantes y la mascarilla al llegar al centro de la sierra de Madrid. Antes de saludar a los ancianos, los trabajadores deben despojarse además de las prendas que traigan de la calle.

Las decisiones tomadas por la residencia Mirasierra Cercedilla frente al COVID se han convertido en un modelo para el resto de centros. Su eficacia, sin embargo, no será la misma por culpa de la tarde actuación. 

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